Entre todas las medicinas que se le puede recetar a los millones de habitantes de la Megalópolis de México, una salida a los volcanes es de las más eficientes para curar cualquier enfermedad relacionada a los ánimos y muchas otras más.
Particularmente útil si se toma una dosis al amanecer o al atardecer, cuando el Sol pinta todo de colores, hace un poco de frío y el viento, limpio y ligero, hace el único sonido alrededor. Remedio bastante accesible ya que vivimos rodeados de volcanes.